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Salud mental y discapacidad: inversión y reconocimiento

El 10 de octubre de cada año se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, una instancia para generar conciencia sobre el cuidado de la salud mental e incentivar recursos hacia los servicios que la tratan.

También es una instancia para el reconocimiento de la salud mental como parte de la cotidianidad de muchas personas, que, por el estigma asociado a esta condición, han sido históricamente discriminadas.

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Según la Organización Mundial de la Salud, 1 de cada 4 personas transitan o transitarán condiciones de salud mental. De hecho, la depresión es uno de los principales trastornos que afecta a la población mundial (más de 300 millones de personas), siendo una de las causas más importantes de discapacidad psicosocial.

¿Qué es la salud mental?

La salud mental es más que la ausencia de condiciones de la mente Es de hecho parte integral de la salud de una persona. No hay salud sin salud mental. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, está determinada por múltiples factores socioeconómicos, biológicos y medioambientales.

¿Qué es la Discapacidad Psicosocial?

Es entendida como la limitación de las personas que presentan disfunciones temporales o permanentes de la mente para realizar una o más actividades cotidianas. (Salud Mental y Discapacidad psicosocial | Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad).

Según refiere el Glosario de términos sobre discapacidad de la Comisión de Política Gubernamental en materia de Derechos Humanos (2012), algunos ejemplos asociados a la discapacidad psicosocial pueden ser: un primer diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo, ansiedad, bipolaridad, generalizados del desarrollo (autismo y asperger), entre otros.

Estigma y Discapacidad Psicosocial

La discapacidad psicosocial es reconocida por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en su artículo 1:

“Las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”

En el caso de las personas en situación de discapacidad psicosocial, ésta se genera al momento de la interacción donde las barreras culturales y actitudinales del entorno son la principal causa que las excluye.

Este colectivo a menudo tiene que enfrentarse a un doble problema: su diversidad funcional en sí y el estigma asociado a ésta, con la que puede tener una relación más conflictiva que con la diversidad misma.

¿Por qué es importante la inversión en salud mental?

Según un informe de 2020 de la Organización Mundial de la Salud, las situaciones de salud mental producen más de un tercio de la discapacidad total en las Américas; sin embargo, solo 2% del presupuesto de salud de los países se destina a la prevención y el tratamiento de estas condiciones.

Además, por cada dólar invertido en el acceso a tratamientos para condiciones de salud mental, en un marco de atención primaria en salud -en lugar de en una internación- tiene un retorno de 4 dólares, que se manifiesta en:

  • Retorno al trabajo y actividades cotidiana
  • Productividad y reducción de costos en la atención por la mejoría de las personas en su calidad de vida.
  • Aumento de la capacidad laboral
  • Protección de los Derechos Humanos con distintas condiciones de salud mental
  • Reducción de brechas de acceso a tratamientos de salud mental
  • Avance hacia un sistema de atención universal de salud, entendiendo que no hay salud sin salud mental.

Es de destacar que aumentar la inversión en salud mental requiere colaboración intersectorial y participación de los ministerios de salud, educación y desarrollo social y organización en general, para generar políticas, organizaciones sin fines de lucro, fundaciones, empresas privadas, cooperación internacional y los medios de comunicación que garanticen su pleno cumplimiento.

La desmanicomialización de la Salud Mental

Según el mismo informe de la Organización Mundial, de ese 2% de presupuesto en salud mental, en la región de las américas, el 60% es destinado a hospitales psiquiátricos en lugar de servicios de basados en la comunidad.

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Invertir en hospitales psiquiátricos va en contra de las recomendaciones de la OPS/OMS y de las organizaciones de la sociedad civil que trabajan la temática, que recomiendan su cierre. En su lugar, se exige la prestación de servicios integrados para las condiciones mentales en un entorno de atención primaria o en hospitales generales, acompañado de apoyo social.

El pasado domingo 10 de octubre, durante la décima marcha por Salud Mental realizada en Montevideo, se abordó entre una de las problemáticas, en la urgencia de destinar mayor presupuesto a mejorar el sistema de salud mental, que se agravó con la pandemia y de la instrumentalización de la Ley de Salud Mental (Ley 19.529), que de hecho establece que para 2025 deben cerrar los establecimientos asilares y monovalentes.